lunes, 9 de mayo de 2016

Santa Marta 20160509

El Espíritu Santo es el que mueve a la Iglesia, aunque para muchos cristianos de hoy es un desconocido o un ‘prisionero de lujo’. Es la advertencia del Papa Francisco en su homilía, en la Misa matutina, en la Casa de Santa Marta. Subrayó que el Espíritu Santo nos hace cristianos reales, no virtuales, exhortando a dejarnos impulsar por Él, que nos enseña el camino de la libertad. Y dirigió un saludo especial a las Hermanas Vicentinas, en el día en que celebran a su Fundadora, Santa Luisa de Marillac.«Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo». Con esta respuesta de los discípulos a San Pablo, en Éfeso, el Papa Francisco reflexionó sobre la presencia del Espíritu Santo en la vida de los cristianos. Y señaló que «también hoy, pasa como a esos discípulos, que aun creyendo en Jesús, no sabían quién era el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo mueve a la Iglesia y nos hace testimoniar a Jesús
Muchos aseguran haber aprendido en el Catecismo que el Espíritu Santo está en la Trinidad, pero luego ya no saben nada más sobre el Espíritu Santo y se preguntan qué hace:
«El Espíritu Santo es el que mueve a la Iglesia, el que trabaja en la Iglesia, en nuestros corazones. El que hace que todo cristiano sea una persona distinta de la otra, pero de todos juntos hace la unidad. El que lleva adelante, abre de par en par las puertas y te envía a dar testimonio de Jesús. Escuchamos al comienzo de la Misa: ‘Recibirán al Espíritu Santo y serán mis testigos en el mundo’. El Espíritu Santo es el que está en nosotros y nos enseña a mirar al Padre y a decirle: ‘Padre’. Nos libra de la condición de huérfano a la que el espíritu del mundo nos quiere llevar».
Tras hacer hincapié en que el Espíritu Santo es «el protagonista de la Iglesia viva: el que trabaja en la Iglesia», puso en guardia contra el peligro de que «cuando no vivimos esto, cuando no estamos a la altura de esta misión del Espíritu Santo», reducimos la fe a una moral, a una ética». No hay que quedarse sólo en lo de cumplir los Mandamientos y nada más:’ Eso se puede hacer, eso otro no… hasta aquí sí, hasta allá no… Y de allí a la casuística, a una moral fría’.
No hacer del Espíritu Santo un ‘prisionero de lujo’
La vida cristiana – reiteró el Papa Francisco – «no es una ética: es un encuentro con Jesucristo». Y es precisamente el Espíritu Santo el que me lleva a ese encuentro con Jesucristo»:
«Pero nosotros, en nuestra vida, tenemos en el corazón al Espíritu Santo, como a un ‘prisionero de lujo’: no dejamos que nos impulse, no dejamos que nos mueva. Hace todo, sabe todo, sabe recordarnos qué ha dicho Jesús, sabe explicarnos las cosas de Jesús. El Espíritu Santo no sabe hacer sólo una cosa: cristianos de salón. ¡Eso no lo sabe hacer! No sabe hacer ‘cristianos virtuales’, pero no virtuosos. Él hace cristianos reales, Él toma la vida real como es, con la profecía del leer los signos de los tiempos, nos lleva adelante así. Es el gran prisionero de nuestro corazón. Decimos: ‘es la tercera Persona de la Trinidad’ y nos quedamos en eso…»
Reflexionar sobre qué hace el Espíritu Santo en nuestra vida
El Obispo de Roma dijo que nos hará bien reflexionar, esta semana, sobre qué hace el Espíritu Santo en nuestra vida y si nos ha enseñado el camino de la libertad. Si nos impulsa a salir de nosotros mismos, para testimoniar a Jesús, o si tenemos miedo. O sobre cómo va nuestra paciencia en las pruebas:
«En esta semana de preparación a la Fiesta de Pentecostés, pensemos: ¿creo de verdad? ¿O el Espíritu Santo es sólo una palabra para mí? Y tratemos de hablar con Él y de decirle: ‘Sé que estás en mi corazón, que estás en el corazón de la Iglesia, que llevas adelante a la Iglesia. Que Tú haces la unidad entre todos nosotros – pero distintos a todos nosotros - en la diversidad de todos nosotros’... Digamos todas estas cosas y pidamos la gracia de aprender – pero en la práctica, en mi vida – qué hace Él. Es la gracia de la docilidad a Él: ser dócil al Espíritu Santo. Esta semana, hagamos esto: pensemos en el Espíritu y hablemos con Él».

martes, 3 de mayo de 2016

Santa Marta 20160503

«Pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe a caminar bien». Fue la exhortación del Papa Francisco - en su homilía de la Misa matutina, en la capilla de la Casa de Santa Marta -  reflexionando sobre las palabras de Jesús a Tomás: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida»… «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre».Reiterando que Jesús es el «camino justo» de la vida cristiana, el Santo Padre señaló que es importante verificar constantemente si lo estamos siguiendo con coherencia, si hemos perdido la experiencia de fe, o se nos ha quedado por el camino. Camino por el cual se van encontrando diversos tipos de cristianos: ‘cristianos momias’; ‘cristianos vagabundos’, ‘cristianos testarudos, cristianos a mitad de camino’.
‘Momias espirituales’
El Papa se detuvo sobre las características de esos cristianos que están confundidos, empezando por el cristiano que ‘no camina’, que parece que está como embalsamado:
«Un cristiano que no camina, que no hace camino, es un cristiano no cristiano. No se sabe lo que es. Es un cristiano un poco ‘paganizado’: está allí, estancado, no va adelante en la vida cristiana, no hace florecer las Bienaventuranzas en su vida, no hace las obras de misericordia… Está parado. Perdónenme la palabra, pero es como si fuera una ‘momia’, allí.., una ‘momia espiritual’. Y hay cristianos que son ‘momias espirituales’. Parados, allí. No hacen daño, pero no hacen el bien’».
Los testarudos y los vagabundos
También hay cristianos porfiados. Si bien, cuando se camina es posible que uno se equivoque de camino, eso no es lo peor, Francisco advirtió que «la tragedia es ser testarudo y decir: ‘éste es el camino’. Y no dejar que la voz del Señor nos diga que no lo es, que nos diga: ‘vuelve atrás y toma el camino verdadero’. Luego, la cuarta categoría, la de los cristianos que ‘caminan, pero no saben dónde van’:
«Son errantes en la vida cristiana, vagabundos. Su vida es un ir dando vueltas, aquí y allá, y así se pierden la belleza de acercarse a Jesús, al camino de Jesús. Pierden el camino, porque van dando vueltas, y tantas veces ese vagabundear, los lleva a una vida sin salida: el vagabundear demasiado se transforma en un laberinto y después no saben cómo salir. Han perdido esa llamada de Jesús. No tienen brújula para salir y dan vueltas, buscan. Hay otros que en el camino quedan seducidos por una belleza, por algo, y se quedan a mitad de camino, fascinados por lo que ven, por una idea, una propuesta, un paisaje… ¡Y se detienen! ¡La vida cristiana no es una fascinación: es una verdad! ¡Es Jesucristo!».
Preguntémonos  cómo vamos caminando
¿Cómo va el camino cristiano que empecé en el Bautismo? ¿Estancado? ¿Equivocado? ¿Vagabundeando espiritualmente? ¿Me detengo ante lo que me gusta: mundanidad, vanidad? O sigo siempre hacia adelante, haciendo que sean concretas las Bienaventuranzas y las obras de misericordia… El Papa recordó que el Camino de Jesús está lleno de consolaciones, de gloria y también de cruz, pero siempre con la paz en el alma. Y alentó a preguntarnos cómo es nuestro caminar:
«Quedémonos hoy con la pregunta, pero preguntémonos, cinco minutitos… ¿Cómo estoy yo en este camino cristiano? ¿Estancado, equivocado, dando vueltas, parándome ante las cosas que me gustan, o en el camino de Jesús: ‘Yo soy el Camino’? ¡Y pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe a caminar bien, siempre! Y, cuando nos cansamos, un pequeño refresco y adelante. Pidamos esta gracia».