Mañana es la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de toda
América. Con esta ocasión, deseo saludar a los hermanos y hermanas de
ese Continente, y lo hago pensando en la Virgen de Tepeyac.
Cuando se
apareció a san Juan Diego, su rostro era el de una mujer mestiza y sus
vestidos estaban llenos de símbolos de la cultura indígena. Siguiendo el
ejemplo de Jesús, María se hace cercana a sus hijos, acompaña como
madre solícita su camino, comparte las alegrías y las esperanzas, los
sufrimientos y las angustias del Pueblo de Dios, del que están llamados a
forman parte todos los pueblos de la tierra.
La aparición de la
imagen de la Virgen en la tilma de Juan Diego fue un signo profético de
un abrazo, el abrazo de María a todos los habitantes de las vastas
tierras americanas, a los que ya estaban allí y a los que llegarían
después.
Este abrazo de María señaló el camino que siempre ha
caracterizado a América: ser una tierra donde pueden convivir pueblos
diferentes, una tierra capaz de respetar la vida humana en todas sus
fases, desde el seno materno hasta la vejez, capaz de acoger a los
emigrantes, así como a los pueblos y a los pobres y marginados de todas
las épocas. América es una tierra generosa.
Éste es el mensaje de
Nuestra Señora de Guadalupe, y éste es también mi mensaje, el mensaje de
la Iglesia. Animo a todos los habitantes del Continente americano a
tener los brazos abiertos como la Virgen María, con amor y con ternura.
Pido
por todos ustedes, queridos hermanos y hermanas de toda América, y
también ustedes recen por mí. Que la alegría del Evangelio esté siempre
en sus corazones. El Señor los bendiga y la Virgen los acompañe.
Diario. Jueves, 30 de enero de 2025
Hace 7 horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario