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Mensaje de Pascua 20140420
Queridos hermanos y hermanas, Feliz y santa Pascua.
El
anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo
el mundo: « Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No
está aquí. Ha resucitado... Venid a ver el sitio donde lo pusieron» ( Mt 28,5-6).
Esta es
la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el
crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de
nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su
valor; toda la misión de la
Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y
desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan al
mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados,
pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la
muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el
bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.
Por esto
decimos a todos: «Venid y veréis». En toda situación
humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo
una palabra, sino un testimonio de amor gratuito
y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de
los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer
junto al enfermo, al anciano, al excluido... « Venid
y veréis»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la
esperanza en el desierto.
Con esta
gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.
Ayúdanos
a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos un Padre y no
nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos
a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos
derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos
disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres
y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.
Haz que
podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea
Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras
enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema
pobreza.
Consuela
a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por haber sido
injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas, sacerdotes y
laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.
Conforta
a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder
esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces,
profesar libremente su fe.
Te
rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o
grande, antigua o reciente.
Te
pedimos por Siria: la amada Siria, que cuantos sufren las consecuencias del
conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en
causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la
población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde
hace tanto tiempo.
Jesús
glorioso, te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en
Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las
negociaciones entre israelíes y palestinos.
Te
invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República Centroafricana,
se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria y la
violencia en Sudán del Sur.
Y te
pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación
y la concordia fraterna.
Que por
tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que siguen el
calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz en
Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional,
lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un
espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País. Que como hermanos puedan hoy
cantar Хрhctос Воскрес.
Te
rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido a la muerte,
concédenos tu vida, danos tu paz. Queridos hermanos y hermanas, feliz Pascua.
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