La libertad cristiana está en la “docilidad a la Palabra de Dios”. Lo
afirmó el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa
Marta. El Pontífice subrayó que debemos estar siempre listos a acoger la
“novedad” del Evangelio y las “sorpresas de Dios”.
“La Palabra de
Dios es viva y eficaz, discierne los sentimientos y los pensamientos del
corazón”. El Santo Padre partió de esta consideración para desarrollar
su homilía, subrayando que para acoger verdaderamente la Palabra de Dios
tenemos que tener una actitud de “docilidad”. “La Palabra de Dios -
observó – es viva y por eso viene y dice aquello que quiere decir: no
aquello que yo espero que diga o aquello que yo quiero que diga”. Es una
Palabra “libre”. Y es también “sorpresa, porque nuestro Dios es el Dios
de las sorpresas”. Es “novedad”:
“El Evangelio es novedad. La
Revelación es novedad. Nuestro Dios es un Dios que siempre hace las
cosas nuevas y pide de nosotros docilidad a su novedad. En el Evangelio,
Jesús es claro en esto, es muy claro: vino nuevo en odres nuevas. El
vino lo trae Dios, pero debe ser recibido con apertura a la novedad. Y
esto se llama docilidad. Podemos preguntarnos: ¿soy dócil a la Palabra
de Dios o hago siempre aquello que yo creo sea la Palabra de Dios? ¿O
hago pasar la Palabra de Dios por un alambique y al final es otra cosa
con respecto a aquello que Dios quiere hacer?”.
Si hago esto, agregó
el Papa, “termino como el pedazo de tela nuevo sobre el vestido viejo, y
el remendón es peor”. Y evidenció que “aquello de adecuarse a la
Palabra de Dios para poder recibirla” es “toda una actitud ascética”:
“Cuando
quiero tomar la electricidad de la fuente eléctrica, si el aparato que
tengo no es adecuado, busco un adaptador. Debemos buscar siempre
adaptarnos, adecuarnos a esta novedad de la Palabra de Dios, estar
abiertos a la novedad. Saúl, precisamente el elegido de Dios, ungido de
Dios, había olvidado que Dios es sorpresa y novedad. Había olvidado, se
había cerrado en sus pensamientos, en sus esquemas, y así razonó
humanamente”.
El Papa reflexionó sobre la Primera Lectura,
recordando que, al tiempo de Saúl, cuando uno vencía una batalla tomaba
el botín y con parte de él se cumplía el sacrificio. “Estos animales tan
bellos – afirma Saúl – serán para el Señor”. Pero, constató Francisco,
él “razonó con su pensamiento, con su corazón, cerrado en sus
costumbres”, mientras “nuestro Dios, no es un Dios de costumbre: es un
Dios de sorpresas”. Saúl “no obedeció a la Palabra de Dios, no fue dócil
a la Palabra de Dios”. Y Samuel le reprochaba justamente esto, “le hace
sentir que no ha obedecido, no ha sido siervo, ha sido señor, él. Se ha
adueñado de la Palabra de Dios”. “La rebelión, no obedecer a la Palabra
de Dios – remarcó el Obispo de Roma – es pecado de adivinación”. Y
agregó: “La obstinación, la no docilidad a hacer lo que tú quieres y no
aquello que quiere Dios, es pecado de idolatría”. Y esto, prosiguió,
“nos hace pensar” sobre “qué cosa es la libertad cristiana, qué cosa es
la obediencia cristiana”:
“La liberad cristiana y la obediencia
cristiana son docilidad a la Palabra de Dios, es tener aquel coraje de
convertirse en odres nuevos, para este vino nuevo que viene
continuamente. Este valor de discernir siempre: discernir, digo, no
relativizar. Discernir siempre qué cosa hace el Espíritu en mi corazón,
qué cosa quiere el Espíritu en mi corazón, a dónde me lleva el Espíritu
en mi corazón. Y obedecer. Discernir y obedecer. Pidamos hoy la gracia
de la docilidad a la Palabra de Dios, a esta Palabra que es viva y
eficaz, que discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón”.
Sic.
Hace 2 horas
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