Jesús reza por cada uno de nosotros, mostrando al Padre sus llagas. Es
uno de los pasajes fuertes de la homilía del Papa Francisco durante la
Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. El
Pontífice subrayó que Jesús es nuestro abogado que nos defiende, incluso
si somos culpables y hemos cometido tantos pecados.
La despedida de
Jesús, la despedida de San Pablo. Las lecturas del día ofrecieron al
Papa la ocasión para detenerse sobre la oración de intercesión. Cuando
Pablo se va de Mileto – observó – todos están tristes y así había
sucedido a los discípulos cuando Jesús había pronunciado su alocución de
despedida antes de “ir al Getsemaní y dar comienzo a la Pasión”. El
Señor – prosiguió Francisco – los consuela, y “hay una pequeña frase
de despedida de Jesús que nos hace pensar”. Jesús – recordó el Papa –
“habla con el Padre y le dice: ‘Yo rezo por ellos’. Jesús reza por
nosotros”. Tal como había rezado por Pedro y por Lázaro ante su tumba.
Jesús nos dice: “Todos ustedes son del Padre. Y yo rezo por ustedes ante
el Padre”. Jesús no reza por el mundo, “reza por nosotros”, “reza por
su Iglesia”:
El apóstol Juan, pensando en estas cosas y hablando
de nosotros que somos tan pecadores, dice: “No pequen, pero si alguno de
ustedes peca, sepan que tenemos un abogado ante el Padre, uno que reza
por nosotros, nos defiende ante el Padre, nos justifica”. Creo que
debemos pensar mucho en esta verdad, en esta realidad: en este momento,
Jesús está orando por mí. Yo puedo ir adelante en la vida porque tengo
un abogado que me defiende y si yo soy culpable y tengo tantos pecados
¡eh!, hay un buen abogado defensor, éste, y hablará al Padre de mí.
El
Papa también afirmó que el Señor es el primer abogado que envía
después al Paráclito. Y cuando nosotros en la parroquia, en casa, en la
familia “tenemos alguna necesidad, algún problema” – prosiguió – debemos
pedir a Jesús que rece por nosotros. “Y hoy – se preguntó Francisco –
¿cómo reza Jesús? Yo creo – dijo – que no habla demasiado con el
Padre”:
No habla: ama. Pero hay una cosa que Jesús hace hoy:
estoy seguro que lo hace. Él le hace ver al Padre sus llagas y Jesús,
con sus llagas, reza por nosotros, como si dijera al Padre: “Pero,
Padre, éste es el precio de éstos, ¿eh? Ayúdalos, protégelos. Son tus
hijos que yo he salvado, con esto”. Al contrario no se comprende porqué
Jesús, después de la resurrección, ha querido este cuerpo glorioso,
bellísimo: no estaban los moretones, no estaban las heridas de la
flagelación, todo bello… pero: estaban las llagas. Las cinco llagas.
¿Por qué Jesús ha querido llevarlas al cielo? ¿Por qué? Para rezar por
nosotros. Para hacer ver al Padre el precio: “Éste es el precio, ahora
no los dejes solos. Ayúdalos”.
Nosotros debemos tener esta
fe – añadió el Santo Padre –. Creer que Jesús, en este momento,
intercede ante el Padre por nosotros, por cada uno de nosotros”. Y
cuando nosotros rezamos, fue su exhortación, no debemos olvidarnos de
pedir a Jesús que rece por nosotros:
“Jesús, reza por mí. Le hace
ver al Padre tus llagas que son también las mías, son las llagas de mi
pecado. Son las llagas de mi problema en este momento”. Jesús
intercesor, sólo hace ver al Padre sus llagas. Y esto sucede hoy, en
este momento. Tomemos la palabra que Jesús dijo a Pedro: “Pedro, yo
rezaré por ti para que tu fe no decaiga”.
“Estemos seguros –
reafirmó el Papa al concluir – que Él está haciendo esto por cada uno
de nosotros”. Debemos tener confianza – dijo – “en esta oración de
Jesús con sus llagas ante el Padre”.
sic.
Hace 1 hora
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