skip to main |
skip to sidebar
Santa Marta 20150128
Es necesario orar a Dios y pedirle cada día la gracia de comprender
su voluntad, la gracia de seguirla y la gracia de realizarla totalmente. Lo
afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la
capilla de la Casa de Santa Marta.
Existía en un tiempo la ley hecha de prescripciones y prohibiciones, de
sangre de toros y chivos, “sacrificios antiguos” que no tenían ni la “fuerza”
de “perdonar los pecados”, ni de hacer “justicia”. Después vino al mundo Cristo
y al ser crucificado, el acto “que de una vez para siempre nos ha justificado”,
Jesús ha demostrado cuál era el “sacrificio” más agradable a Dios: no el
holocausto de un animal, sino el ofrecimiento de la propia voluntad para hacer
la voluntad del Padre.
Voluntad de Dios, camino de santidad
Las lecturas y el Salmo del día orientaron la reflexión del Papa sobre uno
de los ejes de la fe: la “obediencia a la voluntad de Dios”.
Éste – afirmó Francisco –, “es el camino de la santidad, del cristiano”, es
decir, que “el plan de Dios sea realizado”, que “la salvación de Dios se
cumpla”:
Lo contrario comenzó en el Paraíso, con la no obediencia de Adán y aquella
desobediencia ha traído el mal a toda la humanidad. Y también los pecados son
actos de no obedecer a Dios, de no hacer la voluntad de Dios. En cambio, el
Señor nos enseña que éste es el camino, y que no hay ningún otro. Y comienza
con Jesús, sí, en el Cielo, en la voluntad de obedecer al Padre, pero en la
tierra comienza con la Virgen: con Ella. ¿Qué le dijo al Ángel? “Que se haga lo
que tú dices”, es decir que se haga la voluntad de Dios. Y con aquel “sí” al
Señor, el Señor ha comenzado su recorrido entre nosotros.
Tantas opciones sobre la bandeja
“No es fácil”. El Papa repitió varias veces esta expresión refiriéndose al
hecho de realizar la voluntad de Dios. No ha sido fácil para Jesús que –
recordó – sobre esto fue tentado en el desierto y también en el Huerto de los
Olivos, con el corazón atormentado, aceptó el suplicio que le esperaba. No fue
fácil para algunos discípulos, que lo dejaron porque no entendieron lo que
quería decir “hacer la voluntad del Padre”. No lo es para nosotros, desde el
momento que – notó Francisco – “cada día nos presentan tantas opciones
sobre una bandeja”. De ahí que se haya preguntado: ¿Cómo hago para hacer la
voluntad de Dios?”. Pidiendo “la gracia” de querer hacerla:
“¿Yo rezo para que el Señor me de las ganas de hacer su voluntad, o busco
compromisos porque tengo miedo de la voluntad de Dios? Y otra cosa: rezar para
conocer la voluntad de Dios sobre mi vida, sobre la decisión que debo tomar
ahora… tantas cosas. Sobre el modo de administrar las cosas… La oración para
hacer la voluntad de Dios, y la oración para conocer la voluntad de Dios. Y
cuando conozco la voluntad de Dios, también la oración, por tercera vez: para
hacerla. Para cumplir aquella voluntad, que no es la mía, es la de Él. Y no es
fácil”.
“Querer” la voluntad de Dios
El Papa Francisco resumió estos conceptos afirmando que “hay que rezar para
tener ganas de seguir la voluntad de Dios, rezar para conocer la voluntad de
Dios y rezar – una vez conocida esta voluntad – para ir adelante con la
voluntad de Dios”:
“Que el Señor nos dé la gracia, a todos nosotros, que un día pueda decir de
nosotros lo que dijo a aquel grupo, aquella muchedumbre que lo seguía, aquellos
que estaban sentados en torno a Él, como hemos escuchado en el Evangelio: He
aquí mi madre y mis hermanos. El que hace la voluntad de Dios, éste para mí es
hermano, hermana y madre. Hacer la voluntad de Dios nos hace ser parte de la
familia de Jesús, nos hace madre, padre, hermana, hermano”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario