Ayer por la tarde se concluyó la Visita Apostólica del Papa Francisco
a Turquía. El vuelo papal aterrizó en el aeropuerto romano de Ciampino
poco antes de las 18.30 hora local. Antes de trasladarse al Vaticano, el
Santo Padre visitó la Basílica de Santa María la Mayor para rendir
homenaje a la Madre de Dios al final de su Sexto Viaje Internacional.
Durante el viaje de retorno a Roma,
Francisco sostuvo el habitual coloquio con los periodistas que iban a
bordo respondiendo a las variadas preguntas de los hombres de prensa.
“El Corán es un libro de paz”, no se puede equiparar el islam al
terrorismo, pero es necesario que los líderes musulmanes condenen los
atentados terroristas; fue una de sus primeras respuestas, a quien le
pregunto sobre la “islamofobia, la cristianofobia y el diálogo
interreligioso”:
«El Corán es un libro de paz,
es un libro profético de paz. Esto no es islam(ismo). Yo entiendo esto y
creo – al menos yo creo, sinceramente – que no se puede decir que todos
los islámicos son terroristas: no se puede decir esto. Como no se puede
decir que todos los cristianos son fundamentalistas, porque nosotros
también los tenemos, ¿eh? En todas las religiones existen estos grupos,
¿no? Yo le he dicho al Presidente: “pero, seria bello que todos los
líderes islámicos – sean líderes políticos, líderes religiosos o líderes
académicos – digan claramente y condenen aquello, porque esto ayudará a
la mayoría del pueblo islámico a decir: ‘no’, pero de verdad, pero de
la boca de sus líderes: el líder religioso, el líder académico … tantos
intelectuales, y los líderes políticos”. Todos nosotros necesitamos una
condena mundial, incluso de los islámicos, que tienen la identidad y que
digan: “nosotros no somos aquellos. El Corán no es esto”.
‘Cristianofobia’, ¿de verdad? Yo no quiero usar palabras
endulzadas: !no! a los cristianos los persiguen en Oriente Medio.
Algunas veces, como hemos visto en Irak, en la zona de Mosul, deben irse
y dejarlo todo, o pagar los impuestos que luego no sirve para nada … y
otras veces los echan con guantes blancos, ¿no? Es como si quisieran que
no hubiesen cristianos, que no quedara nada de cristiano. En esa zona
hay esto. Es verdad, es un efecto del terrorismo, en el primer caso,
pero cuando se hace diplomáticamente, con los guantes blancos, es porque
hay otras cosas detrás, ¿no? Y esto no es bueno.
El dialogo interreligioso. He tenido tal vez la conversación
más bella, sobre esto con el Presidente de los Asuntos Religiosos de
Turquía. Ya cuando el nuevo embajador de Turquía, había venido a
presentar sus cartas credenciales, lo vi como un hombre excepcional, un
hombre de profunda religiosidad. Y también al Presidente, allí, era de
la misma escuela. Y ellos han dicho una cosa bella: “pareciera que el
diálogo interreligioso haya llegado al final. Debemos hacer un salto de
calidad, porque el diálogo interreligioso … eh, como piensan ustedes
esto, nosotros esto … así ¿no? Debemos hacer un salto de calidad,
debemos hacer el dialogo entre personas religiosas de diferentes
credos”. Pero, esto es bello, porque es el hombre y la mujer que se
encuentran con un hombre y una mujer e intercambian sus experiencias: no
se habla de teología, se habla de una experiencia religiosa. Y esto
sería un bellísimo paso adelante, ¿no? Bellísimo. Me ha gustado
muchísimo este encuentro, es de alta calidad».
Un episodio tocante de la Visita del
Papa a Turquía fue el momento de meditación en la Mezquita Azul.
Francisco comentó su disposición de espíritu durante la meditación:
«Yo fui a Turquía como
peregrino, no como turista. Y fui precisamente, el motivo principal es
la fiesta de hoy a ver al Patriarca Bartolomé. Cuando fui a la mezquita
no podía decir: “¡Ahora soy un turista!”. Vi aquella maravilla, el gran
muftí me explicaba muy bien las cosas, con mucha humildad, me citaba El
Corán, cuando habla de María y de Juan el Bautista. En ese momento sentí
la necesidad de rezar. Le pregunté: “¿Rezamos un poco?” Y él me
respondió: “Sí, sí”. Yo recé por toda Turquía, por la paz, por el muftí,
por todos y por mí… Dije: “¡Señor, acabemos con estas guerras!” Fue un
momento de oración sincera».
“La unidad es un camino que se debe hacer, y se debe hacer juntos”,
fueron las palabras del Pontífice a quien le preguntó sobre la unidad de
los cristianos y las perspectivas ecuménicas:
«El mes pasado, en ocasión del Sínodo, vino como delegado el
metropolita Hilarion, y él quiso hablarme no como delegado del Sínodo
sino como presidente de la Comisión del diálogo ortodoxo-católico. Y
hablamos un poco. Yo creo que con la ortodoxia estamos en camino; tienen
sacramentos y sucesión apostólica… Estamos en camino. Si tenemos que
esperar a que los teólogos se pongan de acuerdo… ¡No llegará nunca ese
día! Soy escéptico: trabajan bien los teólogos, pero Atenágoras había
dicho: “¡Pongamos a los teólogos en una isla para que discutan y
nosotros seguimos adelante!”. La unidad es un camino que se debe hacer, y
se debe hacer juntos; es el ecumenismo espiritual, rezar juntos,
trabajar juntos. Y luego está el ecumenismo de la sangre: cuando estos
matan a los cristianos, la sangre se mezcla. Nuestros mártires están
gritando: “¡Somos uno!” Es algo que tal vez algunos no pueden entender.
Las Iglesias orientales católicas tienen derecho de existir, pero el
unitarismo es una palabra de otra época; hay que encontrar otra vía».
En esta perspectiva, El Obispo de Roma expresó su deseo de visitar
Moscú, de encontrar al Patriarca Kirill y fortalecer el camino hacia la
unidad:
«He hecho saber al Patriarca Kirill: “Donde quieras tú, nos
encontramos; si me llamas, voy”. Pero en este momento, con la guerra en
Ucrania, tiene muchos problemas. Ambos queremos encontrarnos y seguir
adelante. Hilarion propuso una reunión de estudio de la Comisión sobre
el tema del primado. Hay que continuar con la petición de Juan Pablo II:
“Ayúdenme a encontrar una fórmula de primado aceptable para las
Iglesias ortodoxas”».
En este sentido, El Papa Francisco señaló que en la Iglesia existen
divisiones “porque la Iglesia se ha visto demasiado a sí misma” y no
brilla con la luz de Cristo:
«Lo que siento más profundamente en este camino para la
unidad es la homilía que hice ayer sobre el Espíritu Santo: solo el
camino del Espíritu Santo es correcto; Él es sorpresa, Él es creativo.
El problema (y esta tal vez sea una autocrítica, pero lo dije también en
las Congregaciones generales antes del Cónclave) es que la Iglesia no
tiene luz propia, debe ver a Jesucristo. Las divisiones existen porque
la Iglesia se ha visto demasiado a sí misma. Mientras comíamos hoy, con
Bartolomé, hablamos del momento en el que un cardenal fue a llevar la
excomunión del Papa al Patriarca: la Iglesia se veía demasiado a sí
misma en ese momento. Cuando nos vemos a nosotros mismos nos volvemos
auto-referenciales».
Por ello, el Santo Padre exhortó a encontrar un camino aceptable para alcanzar la unidad en la Iglesia:
«Los ortodoxos aceptan el primado: en las letanías de hoy
rezaron por su pastor y primado, “aquel que camina primero”. Lo dijeron
hoy ante mí. Para encontrar una fórmula aceptable debemos ir al primer
milenio. No digo que la Iglesia se haya equivocado (en el segundo
milenio), ¡no! Hizo su camino histórico. Pero ahora el camino es seguir
adelante con la petición de Juan Pablo II».
Otro gesto que impactó en esta visita apostólica del Papa a Turquía
fue el momento del abrazo con el Patriarca Bartolomé I. Al respecto el
Santo Padre señaló que no debemos cansarnos de dialogar y no ver con
sospecha las aperturas:
«Me permito decir que este no es un problema nuestro. Este es
también un problema de los ortodoxos, de algunos monjes y de algunos
monasterios. Por ejemplo, desde los tiempos del beato Pablo VI se
discute sobre la fecha de la Pascua y no nos ponemos de acuerdo. Con
este ritmo, nuestros tataranietos la van a celebrar en agosto. El beato
Pablo VI había propuesto una fecha fija, un domingo de abril. Bartolomé
ha sido valiente: en Finlandia, en donde hay una pequeña comunidad
ortodoxa, dijo que quería festejar el mismo día de los luteranos. Una
vez, mientras yo estaba en Vía della Scorta y se estaban haciendo los
preparativos para la Pascua, escuché a un oriental que decía: “Mi Cristo
resucita dentro de un mes”. Mi Cristo, tu Cristo… Hay problemas. Pero
debemos ser respetuosos y no cansarnos de dialogar, sin insultar, sin
ensuciarse, sin chismear. Pero si uno no quiere dialogar… Pero se
necesita paciencia, mansedumbre y diálogo».
Después de visitar y encontrar a los niños y jóvenes en el oratorio
de los salesianos en Estambul, el Pontífice manifestó su deseo de
visitar Irak:
«Quería ir a un campo de prófugos, pero se necesitaba un día
más y no era posible por muchas razones, no solo personales. Entonces
pedí estar un poco con los chicos refugiados que albergan los
salesianos. Aprovecho para agradecer al gobierno turco, que es generoso,
es generoso con los refugiados. ¿Saben qué significa pensar en la
salud, en la alimentación, en una cama, una casa para un millón de
refugiados? Yo quiero ir a Irak. Hablé con el patriarca Sako. Por el
momento no es posible. Si fuera en este momento, se crearía un problema
para las autoridades, para la seguridad».
Algunos hombres de prensa se dirigieron al Papa y formularon otras
preguntas sobre la Actividad de Francisco. Entre ellas la sugestiva
pregunta sobre la tercera guerra mundial y las armas nucleares:
«Estoy convencido de que estamos viviendo una Tercera Guerra
Mundial en fragmentos, en capítulos, por doquier. Detrás de esto hay
enemistades, problemas políticos, problemas económicos, para salvar este
sistema en el que el dios dinero y no la persona humana es el centro. Y
detrás también hay intereses comerciales: el tráfico de armas es
terrible, es uno de los negocios más fuertes en estos momentos. El año
pasado, en septiembre, se decía que Siria tenía armas químicas: yo creo
que Siria no era capaz de producir armas químicas. ¿Quién se las vendió?
¿Tal vez algunos de los que después la acusaban de tenerlas? Sobre este
asunto de las armas hay demasiados misterios. Sobre la bomba atómica,
la humanidad no ha aprendido. Dios nos ha dado la Creación para que de
esta incultura hiciéramos cultura. El hombre la hizo y llegó a la
energía nuclear, que puede servir a muchas cosas buenas, pero la ha
utilizado para destruir a la humanidad. Esa cultura se convierte en una
segunda incultura: yo no quiero hablar del fin del mundo, pero es una
cultura que llamo “terminal”; después habrá que comenzar de nuevo, como
hicieron las ciudades de Nagasaki e Hiroshima».
Recordando el reciente Sínodo Extraordinario de la Familia, el Papa
señaló que queda todavía camino por recorrer en este tema y se tiene que
considerar todo el proceso en su totalidad:
«El Sínodo es un recorrido, es un camino. No es un
Parlamento; es un espacio protegido para que se pueda hablar sobre el
Espíritu Santo. Tampoco con la relación final se termina el recorrido.
Por ello no se puede tener una opinión de una persona o de un borrador.
Yo no estoy de acuerdo (es mi opinión) con que se diga públicamente:
“Este dijo esto”, sino que se haga público, como sucedió, solamente lo
que se dijo: el Sínodo no es un Parlamento. Se requiere protección para
que pueda hablar el Espíritu Santo».
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Hace 4 horas
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