El verdadero protagonista es la propia semilla, que produce más o menos
fruto según el terreno sobre el que cae, explicó el Obispo de Roma en la
reflexión previa a la oración dominical del ángelus en la plaza de san
Pedro en Roma, con miles de peregrinos que llegaron al mediodía para
escucharlo y rezar a la Virgen con el Papa.
Su reflexión se inspiró
en el Evangelio del día, de san Mateo, que nos muestra a Jesús que
predica a la orilla del lago de Galilea, y como una gran multitud lo
circunda lo circunda, él sube en una barca, se aleja un poco de la
orilla y predica desde allí, hablando en parábolas: un lenguaje
comprensible para todos, con imágenes de la naturaleza y de la vida
cotidiana, como la parábola del sembrador.
En este caso Jesús no se
limitó a presentar la parábola, afirmó Francisco. “La semilla que cae
sobre el camino indica a cuantos escuchan el anuncio del Reino de Dios
pero no lo acogen; así llega el Maligno y se lo lleva. De hecho el
Maligno no quiere la semilla del Evangelio germine en el corazón de los
hombres. Este es la primera comparación. La segunda es aquella de la
semilla que cae sobre las piedras: esta representa a las personas que
escuchan la Palabra de Dios y la acogen enseguida, pero
superficialmente, porque no tiene raíces y son inconstantes; y cuando
llegan las dificultades y los tormentos, estas personas caen enseguida.
El tercer caso es aquella de la semilla que cae entre las zarzas: Jesús
explica que se refiere a las personas que escuchan la Palabra pero, a
causa de las preocupaciones mundanas y de las seducciones de la riqueza,
permanece sofocada. Finalmente, la semilla que cae en terreno fértil
representa a cuantos escuchan la Palabra, la acogen, la cuidan y la
comprenden, y esa da fruto. El modelo perfecto de esta tierra es la
Virgen María”.
El sucesor de Pedro afirmó: “Esta parábola habla hoy a
cada uno de nosotros, como hablaba a los oyentes de Jesús dos mil años
atrás. No recuerda que nosotros somos el terreno donde el Señor lanza
incansablemente la semilla de su Palabra y de su amor. ¿Con qué
disposición la acogemos? ¿Cómo esta nuestro corazón? ¿A qué terreno se
parece: a un camino, a un pedregal, a unas zarzas? Depende de nosotros
convertirnos en terreno bueno sin espinas ni piedras, pero formado y
cultivado con cuidado, para que pueda dar buenos frutos para nosotros y
para nuestros hermanos”.
Aviso.
Hace 4 minutos
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