viernes, 19 de marzo de 2010

San José

Hoy es el santo de los pepes, muchas felicidades para todos.
Y como San José es el padre de Jesús hoy es el día del padre, así nos lo venden.
Por ser fiesta tan importante, todo el mundo tiene que celebrarla, quien con petardos y tracas o retirándose a un lugar tranquilo para celebrarlo en familia, porque la fiesta son cuatro días.
Yo en cambio me quedo en Madrid, que bien se está en Madrid, vacío de coches y peatones, aunque el día no acompañe. Aprovecho para leer en un libro de Homilías una que se titula En el taller de José, muy interesante. Su autor, San Josemaría, fundador del Opus Dei, insiste en que San José se santificó trabajando, para sacar adelante a su familia, como tenemos que hacer todos.
Su lectura me ha hecho pensar, ¿como es posible que precisamente hoy con tanto paro y tanta crisis hay muchos jóvenes que no quieren trabajar?, ni trabajar ni estudiar, son como viejos, se han jubilado a los 14, sin Seguridad Social, ni Plan de Pensiones, su vida se limitará a sobrevivir. ¿Cómo explicar a estos jóvenes que la vida de San José es lo normal y que la suya no?
San José aprendería su oficio de su padre y este del suyo, pues entonces no había escuelas públicas para estudiar ningún oficio. Hoy con todos los medios que hay para estudiar infinidad de especialidades, por qué se da el fracaso escolar. Los jóvenes no quieren estudiar, sus padres no les obligan, y los maestros no pueden obligar porque la ley no les deja.
En el fondo de este problema subyace un falso concepto de libertad, el que yo puedo hacer lo que me da la gana. Craso error, la verdadera libertad consiste en hacer lo que debo hacer, porque me da la gana. Si una persona desconoce sus obligaciones, si no sabe qué debe hacer, no puede ser libre. Tiene la misma libertad del que sabe lo que tiene que hacer pero no puede porque no es libre. Es la verdad, el conocimiento de la verdad, lo que me hace libre, y no al revés.
Pero el problema de la libertad, el desconocimiento de la verdad, afecta no solo a los jóvenes sino a toda persona en cualquier situación de su vida. Porque la vedad no la inventamos nosotros, está en las cosas, o la vemos o no la vemos. No puedo contraponer mi verdad a la tuya, como si los dos tuviéramos razón, ni decidir lo que es verdad por mayoría. El que quiera conocer la verdad debe estudiar y cuando sepa lo que son las cosas, cuando tenga un conocimiento suficientemente amplio de la verdad, podrá elegir libremente.
El que se conforma con repetir slogan y no se molesta en estudiar para conocer la verdad, cualquier verdad, en cualquier campo de la realidad, será un ignorante y no dirá mas que tonterías. Para ser buen cocinero hay que tener olfato y buen gusto, pero hay que estudiar y dedicar muchas horas a la cocina. Lo mismo que en cualquier profesión u oficio.
Volviendo a San José, seguro que enseñaría su oficio a Jesús, respetando su libertad sin obligarle nunca, porque Jesús estaba dispuesto a aprender. Los padres que sus hijos no quieren aprender, están obligados a obligarles para que aprendan algo. Porque son responsables de la educación de sus hijos y no pueden eludir esta responsabilidad. Si un niño se niega a comer sus padres se las ingenian para obligarle, pero si el niño les engaña y no come, puede terminar cayendo en la anorexia.
Para esto sirve el conocimiento de la verdad, para no engañar a nadie ni dejarse engañar por nadie. Si somos amigos de la verdad y ponemos todos los medios para alcanzarla, seremos realmente libres. Pero hay mucha gente a los que la verdad les molesta, solo admiten su verdad aunque estén en el error, están convencidos de que mintiendo van a ser libres. Recuerdo un diálogo de dos lideres sindicalistas en un espacio de televisión, estaban exponiendo sus puntos de vista cuando uno dijo: “Marcelino estás mintiendo y sabes que mientes”
Cuando un ciudadano comete un delito la sociedad le castiga privándole de su libertad, se supone que de esta manera entenderá que es obligatorio hacer el bien y que está prohibido hacer el mal; pero si nadie se lo explica nunca entenderá qué es el bien y qué es el mal. Y aquí viene otro problema que machaca las nuevas generaciones, el relativismo. Es bueno lo que a mi me apetece y es malo lo que a mi no me gusta. Según esta teoría es malo cualquier esfuerzo para aprender algo y puede ser bueno engancharse a la droga o matar a sus padres. Evidentemente, no.
Gracias por leerme. Mañana seguiremos pensando.
Saludos
Nicolás

1 comentario:

  1. Bueno, bueno pero qué ritmo. Eso está muy bien. Y muy bueno lo de San José, libertad y generación ni-ni. La Universidad ahora está poco politizada, pero te asegura un título que no se sabe muy bien para que puede servir.

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