sábado, 24 de noviembre de 2012

Padeció

En tiempos de Poncio Pilato. Y fue entonces, justo entonces, ni antes ni después, cuando Dios envió a su Hijo para salvar al mundo.
Parecería un detalle menor el incluir una  referencia al gobernador de Roma en Judea, pero en absoluto lo es. Afirmando que creemos que Dios Hijo fue muerto y sepultado "en tiempos de Poncio Pilato", encuadramos la Historia del Hijo de Dios en un determinado periodo de nuestra historia, y en un concreto lugar. Dios viene al mundo a diario. Ya estaba aquí antes de nacer en Belén. Sigue aquí después de ascender y sentarse a la derecha del padre. Pero, en tiempos de Poncio Pilato, se encarnó de María la Virgen. En tiempos de Poncio Pilato se hizo hombre, y por nuestra causa fue crucificado, padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día, en tiempos de Poncio Pilato.
Aquello fue real, cierto, concreto, certero, temporal, desgarrador, hermoso, esperanzador, necesario, único. Lo que afirmamos en el Credo ocurrió donde y cuando tenía que ocurrir, justo donde Dios Padre había previsto que ocurriera, y en el preciso momento que Dios Padre decidió que ocurriera: en tiempos de Poncio Pilato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario