En tiempos de Poncio Pilato. Y
fue entonces, justo entonces, ni antes ni después, cuando Dios envió a su Hijo
para salvar al mundo.
Parecería
un detalle menor el incluir una referencia al gobernador de Roma en
Judea, pero en absoluto lo es. Afirmando que creemos que Dios Hijo fue muerto y
sepultado "en tiempos de Poncio Pilato", encuadramos la Historia del Hijo de Dios
en un determinado periodo de nuestra historia, y en un concreto lugar. Dios
viene al mundo a diario. Ya estaba aquí antes de nacer en Belén. Sigue aquí
después de ascender y sentarse a la derecha del padre. Pero, en tiempos de
Poncio Pilato, se encarnó de María la Virgen. En tiempos de Poncio Pilato se hizo
hombre, y por nuestra causa fue crucificado, padeció y fue sepultado. Y
resucitó al tercer día, en tiempos de Poncio Pilato.
Aquello
fue real, cierto, concreto, certero, temporal, desgarrador, hermoso,
esperanzador, necesario, único. Lo que afirmamos en el Credo ocurrió donde y
cuando tenía que ocurrir, justo donde Dios Padre había previsto que ocurriera,
y en el preciso momento que Dios Padre decidió que ocurriera: en tiempos de
Poncio Pilato.
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