jueves, 28 de marzo de 2013

Misa Crismal

Este Jueves Santo, el Santo Padre presidiendo en la basílica Vaticana, la concelebración de la Santa Misa Crismal con los Cardenales, Patriarcas, Arzobispos, Obispos y presbíteros, diocesanos y religiosos presentes en Roma, Francisco pidió a los sacerdotes que sean ‘Pastores con olor a oveja’ y que Dios Padre renueve en los “queridos sacerdotes” el Espíritu de Santidad con que “hemos sido ungidos”, “que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción - con el perfume de Cristo - llegue a todos, también a las ‘periferias’, allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora”.
El Obispo de Roma ha pedido a los “queridos fieles”, que “acompañen a sus sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios”.
Con la alegría de celebrar la primera Misa Crismal como Obispo de Roma y saludando con afecto a todos y a los sacerdotes, que al igual que él recuerdan el día de su ordenación, Francisco reiteró que «el Señor lo dirá claramente: su unción es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite... y amargo el corazón».
El Obispo de Roma hizo hincapié en que «al buen sacerdote se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo. Cuando la gente nuestra anda ungida con óleo de alegría se le nota: por ejemplo, cuando sale de la misa con cara de haber recibido una buena noticia. Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe. Nos lo agradece porque siente que hemos rezado con las cosas de su vida cotidiana, con sus penas y alegrías, con sus angustias y sus esperanzas. Y cuando siente que el perfume del Ungido, de Cristo, llega a través nuestro, se anima a confiarnos todo lo que quieren que le llegue al Señor».


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