Dios no sólo dice algo, sino que se comunica,
nos atrae en la naturaleza divina de tal modo que quedamos implicados en ella,
divinizados. Dios revela su gran designio de amor entrando en relación con el
hombre, acercándose a él hasta el punto de hacerse, Él mismo, hombre. Continúa
el Concilio: «Dios invisible movido de amor, habla a los hombres como amigos (cf.
Ex 33, 11; Jn 15, 14-15), trata con ellos (cf. Ba 3, 38) para invitarlos y
recibirlos en su compañía» (ib.). El hombre, sólo con su inteligencia y sus
capacidades, no habría podido alcanzar esta revelación tan luminosa del amor de
Dios. Es Dios quien ha abierto su Cielo y se abajó para guiar al hombre al
abismo de su amor.
Audiencia 20121205
Sic.
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