Hablar
de Dios nace, por ello, de la escucha, de nuestro conocimiento de Dios que se
realiza en la familiaridad con Él, en la vida de oración y según los
Mandamientos.
Comunicar la fe, para san Pablo, no significa llevarse
a sí mismo, sino decir abierta y públicamente lo que ha visto y oído en el
encuentro con Cristo, lo que ha experimentado en su existencia ya transformada
por ese encuentro: es llevar a ese Jesús que siente presente en sí y se ha
convertido en la verdadera orientación de su vida, para que todos comprendan
que Él es necesario para el mundo y decisivo para la libertad de cada hombre.
El Apóstol no se conforma con proclamar palabras, sino que involucra toda su
existencia en la gran obra de la fe. Para hablar de Dios es necesario darle
espacio, en la confianza de que es Él quien actúa en nuestra debilidad: hacerle
espacio sin miedo, con sencillez y alegría, en la convicción profunda de que
cuánto más le situemos a Él en el centro, y no a nosotros, más fructífera será
nuestra comunicación.Audiencia 20121128
No hay comentarios:
Publicar un comentario