El Hijo de Dios se hizo hombre, como recitamos en el
Credo. Pero, ¿qué significa esta palabra central para la fe cristiana?
Encarnación deriva del latín «incarnatio». San Ignacio de Antioquía —finales
del siglo I— y, sobre todo, san Ireneo usaron este término reflexionando sobre
el Prólogo del Evangelio de san Juan, en especial sobre la expresión: «El Verbo
se hizo carne» (Jn 1, 14). Aquí, la palabra «carne», según el uso hebreo,
indica el hombre en su integridad, todo el hombre, pero precisamente bajo el
aspecto de su caducidad y temporalidad, de su pobreza y contingencia. Esto para
decirnos que la salvación traída por el Dios que se hizo carne en Jesús de
Nazaret toca al hombre en su realidad concreta y en cualquier situación en que
se encuentre. Dios asumió la condición humana para sanarla de todo lo que la
separa de Él, para permitirnos llamarle, en su Hijo unigénito, con el nombre de
«Abbá, Padre» y ser verdaderamente hijos de Dios. San Ireneo afirma: «Este es
el motivo por el cual el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del
hombre: para que el hombre, entrando en comunión con el Verbo y recibiendo de
este modo la filiación divina, llegara a ser hijo de Dios» (Adversus haereses,
3, 19, 1: PG 7, 939; cf. Catecismo de la Iglesia católica, 460).
Audiencia 20130109
Sic.
Hace 3 horas
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