La fe lleva a Abrahán a recorrer un camino paradójico. Él
será bendecido, pero sin los signos visibles de la bendición: recibe la promesa
de llegar a ser un gran pueblo, pero con una vida marcada por la esterilidad de
su esposa, Sara; se le conduce a una nueva patria, pero deberá vivir allí como
extranjero; y la única posesión de la tierra que se le consentirá será el de un
trozo de terreno para sepultar allí a Sara (cf. Gn 23, 1-20). Abrahán recibe la
bendición porque, en la fe, sabe discernir la bendición divina yendo más allá
de las apariencias, confiando en la presencia de Dios incluso cuando sus
caminos se presentan misteriosos.
Audiencia 20130123
Sic.
Hace 16 horas
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