Acercándose la Pasión, Jesús tranquiliza a
sus discípulos invitándoles a no temer y a tener fe; luego entabla un diálogo
con ellos, donde habla de Dios Padre (cf. Jn 14, 2-9). En cierto momento, el
apóstol Felipe pide a Jesús: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14,
8). Felipe es muy práctico y concreto, dice también lo que nosotros queremos
decir: «queremos ver, muéstranos al Padre», pide «ver» al Padre, ver su rostro.
La respuesta de Jesús es respuesta no sólo para Felipe, sino también para
nosotros, y nos introduce en el corazón de la fe cristológica. El Señor afirma:
«Quien me ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14, 9). En esta expresión se
encierra sintéticamente la novedad del Nuevo Testamento, la novedad que
apareció en la gruta de Belén: Dios se puede ver, Dios manifestó su rostro, es
visible en Jesucristo. Audiencia 20130116
sic.
Hace 4 horas
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