La expresión «nombre de Dios»
significa Dios como Aquel que está presente entre los hombres. A Moisés, junto
a la zarza ardiente, Dios le había revelado su nombre, es decir, hizo posible
que se le invocara, había dado un signo concreto de su «estar» entre los
hombres. Todo esto encuentra en Jesús cumplimiento y plenitud: Él inaugura de
un modo nuevo la presencia de Dios en la historia, porque quien lo ve a Él ve
al Padre, como dice a Felipe (cf. Jn 14, 9). El cristianismo —afirma san
Bernardo— es la «religión de la
Palabra de Dios»; no, sin embargo, de «una palabra escrita y
muda, sino del Verbo encarnado y viviente» (Hom. super missus est, IV, 11: pl
183, 86 b). En la tradición patrística y medieval se usa una fórmula especial
para expresar esta realidad: se dice que Jesús es el Verbum abbreviatum (cf. Rm
9, 28, referido a Is 10, 23), el Verbo abreviado, la Palabra breve, abreviada y
sustancial del Padre, que nos ha dicho todo de Él. En Jesús está presente toda la Palabra. Audiencia 20130116
sic.
Hace 3 horas
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