En el momento en que inicia su ministerio público, Jesús debió
desenmascarar y rechazar las falsas imágenes de Mesías que el tentador
le proponía. Pero estas tentaciones también son falsas imágenes de
hombre, que en todo tiempo insidian la conciencia, disfrazándose como
propuestas convincentes y eficaces, e incluso buenas. Los evangelistas
Mateo y Lucas presentan tres tentaciones de Jesús, que se diversifican
parcialmente sólo por el orden. Su núcleo central consiste siempre en
instrumentalizar a Dios para los propios fines, dando más importancia al
éxito o a los bienes materiales. El tentador es falso: no induce
directamente hacia el mal, sino hacia un falso bien, haciendo creer que
las realidades verdaderas son el poder y lo que satisface las
necesidades primarias. De este modo, Dios se vuelve secundario, se
reduce a un medio, en definitiva se hace irreal, no cuenta más,
desvanece. En último análisis, en las tentaciones está en juego la fe,
porque Dios está en juego. En los momentos decisivos de la vida, pero si
vemos bien, en todo momento, nos encontramos frente a una encrucijada:
¿Queremos seguir al yo o a Dios? ¿Al interés individual o al verdadero
Bien, lo que realmente es bien? Angelus 20130217
sic.
Hace 3 horas
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