lunes, 18 de febrero de 2013

El año de la fe

En el momento en que inicia su ministerio público, Jesús debió desenmascarar y rechazar las falsas imágenes de Mesías que el tentador le proponía. Pero estas tentaciones también son falsas imágenes de hombre, que en todo tiempo insidian la conciencia, disfrazándose como propuestas convincentes y eficaces, e incluso buenas. Los evangelistas Mateo y Lucas presentan tres tentaciones de Jesús, que se diversifican parcialmente sólo por el orden. Su núcleo central consiste siempre en instrumentalizar a Dios para los propios fines, dando más importancia al éxito o a los bienes materiales. El tentador es falso: no induce directamente hacia el mal, sino hacia un falso bien, haciendo creer que las realidades verdaderas son el poder y lo que satisface las necesidades primarias. De este modo, Dios se vuelve secundario, se reduce a un medio, en definitiva se hace irreal, no cuenta más, desvanece. En último análisis, en las tentaciones está en juego la fe, porque Dios está en juego. En los momentos decisivos de la vida, pero si vemos bien, en todo momento, nos encontramos frente a una encrucijada: ¿Queremos seguir al yo o a Dios? ¿Al interés individual o al verdadero Bien, lo que realmente es bien? Angelus 20130217

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