El Antiguo Testamento nos narra cómo
Dios, después de la creación, a pesar del pecado original, a pesar de la
arrogancia del hombre de querer ocupar el lugar de su Creador, ofrece de nuevo
la posibilidad de su amistad, sobre todo a través de la alianza con Abrahán y
el camino de un pequeño pueblo, el pueblo de Israel, que Él eligió no con
criterios de poder terreno, sino sencillamente por amor. Es una elección que
sigue siendo un misterio y revela el estilo de Dios, que llama a algunos no
para excluir a otros, sino para que hagan de puente para conducir a Él:
elección es siempre elección para el otro. En la historia del pueblo de Israel
podemos volver a recorrer las etapas de un largo camino en el que Dios se da a
conocer, se revela, entra en la historia con palabras y con acciones. Para esta
obra Él se sirve de mediadores —como Moisés, los Profetas, los Jueces— que
comunican al pueblo su voluntad, recuerdan la exigencia de fidelidad a la
alianza y mantienen viva la esperanza de la realización plena y definitiva de
las promesas divinas. Audiencia 20130116
Sic.
Hace 16 horas
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