El autor de la Carta a los Hebreos hace referencia aquí a
la llamada de Abrahán, narrada en el Libro del Génesis, el primer libro de la
Biblia. ¿Qué pide Dios a este patriarca? Le pide que se ponga en camino
abandonando la propia tierra para ir hacia el país que le mostrará: «Sal de tu
tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te
mostraré» (Gn 12 ,1). ¿Cómo habríamos respondido nosotros a una invitación
similar? Se trata, en efecto, de partir en la oscuridad, sin saber adónde le
conducirá Dios; es un camino que pide una obediencia y una confianza radical, a
lo cual sólo la fe permite acceder. Pero la oscuridad de lo desconocido —adonde
Abrahán debe ir— se ilumina con la luz de una promesa; Dios añade al mandato
una palabra tranquilizadora que abre ante Abrahán un futuro de vida en
plenitud: «Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre... y
en ti serán benditas todas las familias de la tierra» (Gn 12, 2.3). Audiencia 20130123
sic.
Hace 4 horas
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