«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,
28). Estas son las palabras —citadas por el evangelista Lucas— con las que el
arcángel Gabriel se dirige a María. A primera vista el término chaîre,
«alégrate», parece un saludo normal, usual en el ámbito griego; pero esta
palabra, si se lee sobre el trasfondo de la tradición bíblica, adquiere un
significado mucho más profundo. Este mismo término está presente cuatro veces
en la versión griega del Antiguo Testamento y siempre como anuncio de alegría
por la venida del Mesías (cf. Sof 3, 14; Jl 2, 21; Zac 9, 9; Lam 4, 21). El
saludo del ángel a María es, por lo tanto, una invitación a la alegría, a una
alegría profunda, que anuncia el final de la tristeza que existe en el mundo
ante el límite de la vida, el sufrimiento, la muerte, la maldad, la oscuridad
del mal que parece ofuscar la luz de la bondad divina. Es un saludo que marca
el inicio del Evangelio, de la
Buena Nueva.
Audiencia 20121219
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