La investigación científica lleva al
conocimiento de verdades siempre nuevas sobre el hombre y sobre el cosmos. El verdadero bien de la humanidad, accesible en la fe, abre el horizonte
en el que se debe mover su camino de descubrimiento. Por lo tanto hay que
alentar, por ejemplo, las investigaciones puestas al servicio de la vida y
orientada a vencer las enfermedades. Son importantes también las indagaciones
dirigidas a descubrir los secretos de nuestro planeta y del universo, sabiendo
que el hombre está en el vértice de la creación, no para explotarla
insensatamente, sino para custodiarla y hacerla habitable. De tal forma la fe,
vivida realmente, no entra en conflicto con la ciencia; más bien coopera con
ella ofreciendo criterios de base para que promueva el bien de todos,
pidiéndole que renuncie sólo a los intentos que —oponiéndose al proyecto
originario de Dios— pueden producir efectos que se vuelvan contra el hombre
mismo.
Audiencia 20121121
Viernes santo.
Hace 2 horas
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