El día de Pentecostés Cristo
volvió a nacer en el seno de María.
La Señora, reunida en el Cenáculo con los 12
apóstoles, con los discípulos y las santas mujeres, llamó a su Esposo, y la Medianera de todas las Gracias,
lo fue también de la
Gracia Increada, de Dios Espíritu Santo.
Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de un
viento impetuoso y de unas lenguas de fuego que se posaron sobre las cabezas de
todos los reunidos. El Cuerpo Místico de Cristo, engendrado de nuevo por
el fiat de la
Virgen Inmaculada, comenzaba a extenderse ya por toda la
tierra.
Veintiún siglos después el viento y el fuego
del Espíritu siguen renovando el mundo.
Creo en el Espíritu Santo que rejuvenece a la Iglesia cada día.
Creo en la Madre de la Iglesia, que la protege de nuestros errores y la
hace Santa, a pesar de los pesares.
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