La
experiencia del amor humano en nuestra época se percibe más
fácilmente como momento de éxtasis, de salir de uno mismo; como lugar donde el
hombre advierte que le traspasa un deseo que le supera. A través del amor, el
hombre y la mujer experimentan de manera nueva, el uno gracias al otro, la
grandeza y la belleza de la vida y de lo real. Si lo que experimento no es una
simple ilusión, si de verdad quiero el bien del otro como camino también hacia
mi bien, entonces debo estar dispuesto a des-centrarme, a ponerme a su
servicio, hasta renunciar a mí mismo. La respuesta a la cuestión sobre el
sentido de la experiencia del amor pasa por lo tanto a través de la
purificación y la sanación de lo que quiero, requerida por el bien mismo que se
quiere para el otro. Se debe ejercitar, entrenar, también corregir, para que
ese bien verdaderamente se pueda querer.
Audiencia 20121107
No hay comentarios:
Publicar un comentario