No puedo construir mi fe personal en un diálogo privado con
Jesús, porque la fe me es donada por Dios a través de una comunidad creyente
que es la Iglesia
y me introduce así, en la multitud de los creyentes, en una comunión que no es
sólo sociológica, sino enraizada en el eterno amor de Dios que en Sí mismo es
comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; es Amor trinitario.
Nuestra
fe es verdaderamente personal sólo si es también comunitaria: puede ser mi fe
sólo si se vive y se mueve en el «nosotros» de la Iglesia, sólo si es
nuestra fe, la fe común de la única Iglesia.
«“Creer” es un acto
eclesial. La fe de la Iglesia
precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la Madre de todos los
creyentes. “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre” [san
Cipriano]» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 181). Por lo tanto la fe nace en la Iglesia, conduce a ella y
vive en ella. Esto es importante recordarlo.
Audiencia 20121031
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