Para
amplios sectores de la sociedad Dios ya no es el esperado, el deseado, sino más
bien una realidad que deja indiferente, ante la cual no se debe siquiera hacer
el esfuerzo de pronunciarse. En realidad lo que hemos definido como «deseo de
Dios» no ha desaparecido del todo y se asoma también hoy, de muchas maneras, al
corazón del hombre. El deseo humano tiende siempre a determinados bienes
concretos, a menudo de ningún modo espirituales, y sin embargo se encuentra
ante el interrogante sobre qué es de verdad «el» bien, y por lo tanto ante algo
que es distinto de sí mismo, que el hombre no puede construir, pero que está
llamado a reconocer. ¿Qué puede saciar verdaderamente el deseo del hombre?
dana winner my friend the wind
Hace 1 hora
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