Hay
caminos que pueden abrir el corazón del hombre al conocimiento de Dios, hay
signos que conducen hacia Dios. Ciertamente, a menudo corremos el riesgo de ser
deslumbrados por los resplandores de la mundanidad, que nos hacen menos capaces
de recorrer tales caminos o de leer tales signos. Dios, sin embargo, no se
cansa de buscarnos, es fiel al hombre que ha creado y redimido, permanece
cercano a nuestra vida, porque nos ama. Esta es una certeza que nos debe
acompañar cada día, incluso si ciertas mentalidades difundidas hacen más
difícil a la Iglesia
y al cristiano comunicar la alegría del Evangelio a toda criatura y conducir a
todos al encuentro con Jesús, único Salvador del mundo. Esta, sin embargo, es
nuestra misión, es la misión de la
Iglesia y todo creyente debe vivirla con gozo, sintiéndola
como propia, a través de una existencia verdaderamente animada por la fe,
marcada por la caridad, por el servicio a Dios y a los demás, y capaz de
irradiar esperanza. Esta misión resplandece sobre todo en la santidad a la cual
todos estamos llamados.
dana winner my friend the wind
Hace 1 hora
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